Cuando hablo con mis niños, les cuento que estoy en África.
Al pequeño Alexander le digo:
- Cuando vengas conmigo te voy a comprar un camello.
- Sí, un camello pequeñito – me responde él.
Quisiera que en la mente de mis hijos siempre quede el recuerdo de haber vivido una infancia mágica y así, cuando con el tiempo su vida llegue a ser monótona y absurda, recuerden que hay un hechizo capaz de convertir una jornada gris e insípida en el día más apasionante. Tan sólo es necesario echarle un poquito de imaginación. Por eso, cuando mi familia venga a Libia, les compraré un camello.
(Memorias de un náufrago empedernido, Javi Manuel Valiente Caballero)